Crítica: Good night, and good luck (Buenas noches, y buena suerte)

Hay algo del cine en blanco y negro que me fascina. Adoro el color de los vasos de whisky, los rostros duros de sombrero y gabardina o la simple ondulación del humo del tabaco. Todo eso lo recoge Buenas noches, y buena suerte en un perfecto juego de luces, sombras y contrastes.

Desde un primer momento notamos que no estamos ante una película en blanco y negro, sino ante una película de blanco y negro. Y es que no tenemos la sensación de estar viendo una producción actual. La cinta es -en todos sus aspectos- una película de los años cincuenta, uno de esos filmes en que no hay más acción que la de los diálogos cuidados al mílimetro y el énfasis lo ponen esos rostros con aires a Humphrey Boggart. La guinda son unas actuaciones fantásticas, a destacar Ray Wise (Don Hollenbeck) y David Strathairn (Edward R. Murrow), nominado al oscar como actor protagonista.

El argumento es casi una metáfora de la imagen: un tambaleo entre las luces y las sombras de la información. La quimeresca búsqueda de la verdad periodística que la sociedad prefiere ignorar. Una historia llena de matices y contrastes que deja un sabor de boca a cine clásico.

Espero impaciente los próximos trabajos de George Clooney como director, de momento ya se ha ganado un espacio en la lista de buen cine.