11 noviembre 2007

Morderse las uñas

Siempre he sido una persona nerviosa e hiperactiva. Desde que tengo recuerdo que me muerdo las uñas. Bueno, al principio empezó sólo con las uñas, pero luego empecé también a morder las pieles circundantes hasta incluso llegar a la piel del nudillo. Como os podéis imaginar este ejercicio de canibalismo a veces se resolvía con verdaderas sangrías, de lo más gore.

Normalmente la gente se siente realizada por las cosas que hace y no por las que deja de hacer. De todos modos estoy extremadamente orgulloso de haber dejado de comerme los dedos. Ya van dos desordenes compulsivos menos. Los efectos negativos de comerse los dedos os los podéis imaginar: heridas permanentes, callosidades, alguna que otra infección y, con perdón, más padrastros que un hijo de puta.

Pero no todo en esto son cosas malas, aunque parezca mentira comerse las uñas es beneficioso para nuestra salud mental. Recientes estudias afirman que morderse las uñas reduce el IQ. Como todos sabéis el cociente intelectual es inversamente proporcional a la felicidad[1]. En realidad el titular es alarmista y falaz (consecuencia de un empacho de uñas), pero mejor creérselo tal cual a riesgo de tener una posición escéptica que nos haga infelices.

Infelices del mundo, ya sabéis lo que hay que hacer. Yo por mi parte aunaré brazos y pies en mi camino a la felicidad. Que tiemblen las estrellas de mar porque se van a extinguir los mejillones.

[1] En general cualquier palabra que suene rara y centífica y no termine en "ina" es perjudicial para la felicidad.

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