05 noviembre 2007

Humor

Me encanta el humor negro; menos Will Smith, a ese le odio. No, en serio, me encanta el reírme de la muerte y de las desgracias ajenas en general. No todo el mundo comprende los chistes de política y sólo a los ingleses parece hacerles gracia su propio humor. Pero la muerte es universal, es lo que nos conecta a todos. Tratas toda la vida de evitarla e irónicamente es lo que nos hace humanos, mortales. Es natural reírse del dolor ajeno, de los tropezones, de los golpes en la cabeza, de los hombres bomba, de la amputación accidental de miembros, de sangre, tripas... es sencillamente genial.

Siento desdén por aquellos aguafiestas que tienen mitificada la vida. Me irritan en sobremanera frases como "No te hagas un tatuaje, que es para toda la vida", ni que la vida con sida fuese tan larga, ¡oigan!. "No tomes drogas que luego si te enganchan es para toda la vida", ¿pero cuánto tiempo es toda la vida? ¿Cinco años desde haber probado el crack? Y que más dará, cinco años no bastan ni para sacarse una carrera - condición indispensable para cobrar al menos 1000€ -. Además, hoy en día entre terrorismo, SGAE, putas y zombies lo mejor que puedes hacer es resignarte y buscar una manera agradable de morir en lugar de rehuir de la muerte.

El humor negro tiene ese toque canalla y socialmente mal visto que lo hace perfecto para todos. Es ideal para el artista transgresor, para el hippie antisocial, para el goth adordador de lúcfer y para el emo de la muerte. Es para toda la familia. Y que se jodan los que llaman al humor sectario y elitista humor inteligente. El humor debe ser simple y sencillamente divertido y si además es universal muchísimo mejor. Así que abandonémonos al paraíso del sufrimiento, a los ríos de sangre y a las montañas de pus y tripas; veamos una buena peli gore. ¿Qué puede haber más divertido?