03 diciembre 2007

Star Trek

Confieso que estaba rellenando otra de estas estúpidas encuestas de personalidad cuando al darle a enviar me he llevado una grata sorpresa. Según estas infalibles encuestas soy como Jean-Luc Picard. La verdad es que si tuviera que elegir ser un personaje de ficción preferiría ser el rey, Rocco Siffredi o Dios, eso sí que mola. De todos modos estoy contento porque adoro Star Trek.

Y no sólo me gusta la nueva generación, disfruto también con los capítulos originales; con el capitán Kirk y el señor Spock. Siempre que tengo un rato muerto me pongo a ver otro capítulo. Algunos no entenderán como una persona adulta puede pasarse horas viendo capítulos antiguos y pasados de moda con efectos especiales y decorados más simples que los de Barrio Sésamo. La cuestión es que Star Trek tiene una magia especial. Los capítulos son una ventana a la imaginación de nuevos mundos, nos invitan a divagar sobre el futuro del universo y de la humanidad -aunque poco futuro le veo últimamente con lo de los emos-.

Pero no sólo hay ciencia ficción en esta serie, lo mejor es el componente sociológico. ¿Cómo se estructura una forma de vida inteligente sometida a condiciones extremas? ¿cómo se evoluciona cuando los recursos naturales de los que se dispone son muy concretos? ¿cómo interactuan formas de vida con costumbres totalmente distintas? Miles de preguntas y situaciones que dan pie al ensayo y la crítica social. Podríamos desmenuzar cada capítulo y hacer un ensayo exhaustivo y jugoso de cada uno de ellos. Pero eso es del todo innecesario porque Star Trek simplemente mola.

1 comentario:

Jill dijo...

No bonito mío, no. Star Trek malo, caca... ¿No eres suficientemente friki?