02 marzo 2006

Crítica: Truman Capote

Hay grandes películas que se estrenan por parejas y, al final, una acaba inevitablemente eclipsando a la otra. Lo vimos con Salvad al soldado Ryan y La Delgada Linea Roja. Una irónica guerra entre grandes películas bélicas de la segunda guerra mundial de la que la segunda salió malherida para recuperarse milagrosamente en el hospital de campaña del videoclub.

Ahora el campo de batalla se traslada al escenario del periodismo norteamericano de finales de los 40 y principios de los 50. Y es que Truman Capote ha tenido la muy mala suerte de tener que competir con la afinada puntería de George Clooney. Philip Seymour con su brillante actuación se queda en inferioridad numérica ante los grandes papeles de George Clooney y David Strathairn. La impecable puesta en escena de Buenas noches, y Buena suerte es una bala de calibre 45 que perfora casi cualquier blindado y, por ende, también el de Capote.

Desgraciadamente, Truman Capote se queda en aceptable ante las irremediables comparaciones derivadas de compartir cartelera con una película del mismo género. Veremos si, con el tiempo, pasa a ser digna de alguna medalla de reconocimiento militar.

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1 comentario:

Jill dijo...

Podría pasarme horas hablando sobre el por qué Capote no es lo que pudo haber sido. Sin embargo, creo, que Buenas noches y buena suerte no la eclipsa, ya que su temática no es exáctamente la misma.

¿En qué falla este film? Fallar, no erra en nada... Su problema es que no quiso mojarse tanto como podría haberlo hecho.
Podría haber tratado temas de gran polémica, sin embargo, por no querer dar una opinión que podría haber dejado a alguien entre la espada y la pared, se limitan a contar el cénit de este escritor sin querer profundizar en su contexto.
Es mejor una película que da una opinión, aunque no sea aceptada, que una que solo se limita a contarte una historia.

Respecto a la interpretación de Philip Seymour... creo que la subestimas. El doblaje al español era realmente pésimo, pero los gestos, la sensibilidad en la mirada, la elegancia, etc., demuestran que el actor hizo un gran trabajo.